lunes, 28 de enero de 2013

El compadre que apareció a tiempo

Estábamos el sábado platicando con un compadre, era una conversación normal que al final de cuentas era una excusa para llegar a lo que él realmente quería compartir… que un su culito lo dejó porque no salían nunca a ningún lado, incluso, cuando ella era la que tomaba la iniciativa.
Seguro mi compadre creyó que estaba dispuesto a escuchar todos sus disparates e incluso consolarlo o verlo llorar. No tenía la más mínima idea de qué hacer y lo único que se me ocurrió fue decirle que nos fuéramos a echar un litro

Para mi poca fortuna él no pudo responderme de tanto que estaba llorando por extrañar a su ex amada, estaba babeando de tanto que tenía la boca abierta por llorar. Y si trataba de hablar, simplemente balbuceaba y no se le entendía nada. A mi compadre no le importaba que estuviéramos frente a la tienda y estaba haciendo el gran espectáculo, cuando de repente, otro compadre apareció en la esquina con dos envases de chela vacíos, él, compró dos litros, los destapó y los empezó a rolar.
Mi compadre sin consuelo silenció su llanto, recibió la cerveza y cual bebé con biberón dejó de sentirse mal. Compartió sus puntos de vista y los tres paramos con la palabra salud más gastada que en hospital.
El compadre y su Cerveza Gallo

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